Que haya alimentado al hambriento, perdonado al ofendido y comenzado a amar a mi enemigo, éstas son grandes virtudes. Pero supongamos que descubriera que el más miserable de todos los mendigos y el más querido de todos los sufrientes se encuentra dentro de mí, y que soy yo la limosna tan necesaria de mi propia bondad, y que soy el enemigo al que hay que amar... ¿Qué pasa entonces?
Autor: Carl Gustav Jung
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Que haya alimentado al hambriento, perdonado al ofendido y comenzado a amar a mi enemigo, éstas son